"El fallecimiento del Dr. Raymond Peat, el jueves 24 de noviembre, marca un día de lo más trágico para la medicina. Con él terminó una larga tradición, que se remonta a los tiempos de Aristóteles, y de la que se nutrió libremente para afrontar problemas actuales. El alma fluye como el estiramiento del campo morfogenético en el embrión, las doctrinas de Platón resurgen para ser refutadas una y otra vez como teorías genéticas del cáncer, los contra-mitos del azúcar de caña edénico se blindan contra las historias del hombre primitivo como bestia sanguinaria.
El corpus del Dr. Peat tenía poco en común con los coros de los dietólogos hambrientos de debate, los vendedores de suplementos, los genios cansinos que se machacan el cerebro con el último péptido; pero constituía una ciencia verdaderamente cosmológica, más cercana a la astronomía tradicional, donde los mismos principios que revierten las enfermedades degenerativas son también los que impulsan los núcleos de las estrellas, toman forma mientras juegan en las filosofías de Leibniz o Heráclito, se manifiestan en el arte de Frans Hals y Dalí. No se trataba de un proyecto idiosincrásico, sino verdaderamente holístico, que incorporaba a las grandes mentes de la biología soviética y estadounidense (tanto célebres como denostadas, Metchnikoff, Pauling, Gilbert Ling, etc.) junto con experiencias anecdóticas puramente privadas y la sabiduría folclórica de la gente corriente. Al final, todo se coloca en su sitio y se revela el potencial total de la vida.
Muchos intentarán reempaquetar los conocimientos de Peat bajo dietas y protocolos simplificados, pero la verdadera naturaleza de su obra siempre les eludirá, como les ocurría a aquellos metalúrgicos que seguían con codicia los textos Paracelsianos, resoplando y resoplando en sus hornos, y creando monstruosidades metálicas en lugar de oro. Pero para quien comprende la profundidad de su filosofía, el cuerpo y el alma vuelven a ser uno, la edad y la muerte dejan de ser necesidad, y el horizonte se ilumina mansamente.
Nuestras tazas de café rebosan y caen, nutriendo el suelo en el que yace el Dr. Peat a la espera del día de la Resurrección, mientras volvemos una y otra vez a sus artículos, que con el tiempo sólo adquirirán más y más relevancia, y cuyo potencial despierta.
A aquellos que aún desconocen los textos del Dr. Peat, les esperan para darles la bienvenida, y a aquellos que echamos mucho de menos a nuestro amigo, deberíamos atrevernos a adquirir esta tradición nosotros mismos. Un cuerpo menos, la vida sigue."
Texto original traducido por Project Impero